Posteado por: noviajero | 3 May, 2010

Motivo 53: Los Bares de No Fumadores

Familia comiendo en la puerta del bar para evitar la humareda que flota dentro.

123 Motivos para No Viajar a Sevilla.
LIII. Los Bares de No Fumadores.
Son tres los existentes. Y resultan realmente extraños. Le atenderán sin que lo reclame levantando la voz. Están muy limpios. Ponen en la tele el canal que les solicita. No hay expositores okupando la barra. Y ofertan diferentes marcas de cerveza. Muy sospechoso todo, como si no quisieran que entrase gente. Tanto es así, que no indicaremos sus direcciones. Sería milagroso que sigan abiertos cuando esta guía llegue a sus manos.
Sobre todo por la evidente falta de sevillanía de estos locales.

Posteado por: noviajero | 30 abril, 2010

Motivo 52: Los Camareros Grasiosos

En este caso el cliente parece el simpático...

123 Motivos para No Viajar a Sevilla.
LII. Los camareros grasiosos.
Es muy propio el tipo de camarero que se siente obligado a dejar claro al cliente, desde el minuto inicial, que él es muy ocurrente, que en Sevilla hay mucha gracia, y que por tanto se va a encargar personalmente y sin pausa alguna de hacerle reír para demostrarlo.
El viajero –al igual que se explica sobre los dueños de tabernas rocieras– deberá seguirle la corriente. Si ya resulta conocido que un camarero mosqueado es peligrosísimo –sobre todo en el trayecto entre el cocinero que le da el plato y la mesa donde lo deja–, el camarero gracioso sevillano puede escupir bilis también en el trato. Así que mantenga el compadreo que, para su sorpresa, le ofrece el desconocido empleado (o autónomo). Ni siquiera deje de reírle las gracias cuando pase al terreno personal, con chistes sobre cónyuges poco agraciados.

Posteado por: noviajero | 28 abril, 2010

Motivo 51: Ayudantes del Camarero

Tras devolverle el cliente los vasos vacíos, el camarero le sirve otra birra.

123 Motivos para No Viajar a Sevilla.
LI. Ayudantes del Camarero.
Si usted sale a tomar algo, sepa que no debe arreglarse mucho porque existen no pocos bares en los que terminará ejerciendo de ayudante de camarero.
Son dos las opciones posibles en este asunto, sorprendente para el viajero primerizo pero muy propio de la ciudad. Así que no debe extrañarse, ni tampoco dejar de echar una mano.
La opción uno, que resulta la más habitual, consiste en retirar los vasos y platos que hay en la mesa donde se va a sentar. Usted lo recoge todo y lo lleva a la barra. El camarero lo coge todo y lo coloca en el lavaplatos. Y luego usted pide su consumición para llevarla a la susodicha mesa. Que ya se encargará el siguiente parroquiano de recogerla. Como aprecia, todo hilvanado y ajustadísimo a La Escala de Lo Sevillano, capítulo Cultura de la Bulla.
La opción dos es la de hacer la cuenta. Aunque es asimismo muy típico eso de que los camareros apunten las consumiciones con tiza en la barra, igual de propia resulta la siguiente conversación cuando usted desea pegar.
– Cliente: ¿Qué se debe?
– Camarero: ¿Qué ha sido?
En este duelo ambos se miran a los ojos de forma retadora y sin pestañear, calibrando fuerzas. Al final siempre pierde el cliente y se pone a preguntar a todos y cada uno de sus acompañantes qué han tomado.
Todo esto no es muy del agrado del turista habituado a una relación cliente/camarero como que menos íntima. Como tampoco es grato para el sevillano que le cobren a medida que va pidiendo consumibles. De ahí la tajante división entre bares de turistas y bares de residentes que apreciará en esta urbe maravillosa.

Posteado por: noviajero | 25 abril, 2010

revista VIAJAR

¡Vámonos pa la Feria!

La revista VIAJAR, líder y pionera en España de esto tan enojoso de ir de un lado para otro por motivos de ocio y lucimiento social, ha hecho el honor a las Guías del No Viajero de recoger su primer libro, ‘123 Motivos para No Viajar a Sevilla’, en el número de abril. El periodista Carlos Pascual, eximio componente del grupo de cabeza de los escribidores de viajes hispanos, firma una crónica maestra con unos comentarios excesivamente bondadosos sobre la peculiar anti guía hispalense.

Lo tienen en el enlace al reportaje, y en estas imágenes:

viajar portadaviajar reportaje

Por cierto, no se pierdan el brillantísimo reportaje del amigo Carlos PAscual bajo el título de 30 años de viajes. Todo un divertido y atinado documento sobre cómo ha evolucionado esto de moverse por acá y acullá.

Posteado por: noviajero | 22 abril, 2010

Motivo 50: Los Camareros Cantantes

Surtido conjunto de discos editados por los luego salerosos camareros.

123 Motivos para No Viajar a Sevilla.
L. Los Camareros Cantantes.
Más de un brinco pegará estando adosado a una barra si no ha sido advertido de que en ese bar el camarero se arranca. A cantar.
Hay mucha vocación frustrada detrás de los mostradores. Y, en cuanto clarea una oportunidad, miran a los ojitos al cliente más cercano, estiran las manos, y le dirigen unos cantes. Es muy turbador. No sabrá si mantenerle la mirada a ese individuo –normalmente es un hombre mayor– que le grita armónicamente versos emocionados con un brazo extendido que gira en molinete, o seguir charlando con su compaña como si no tuviese al lado a un tipo blandiendo una mano tiesa o las dos, mientras coplea sobre el Rocío, Triana/Sevilla, la Feria o alguna talla religiosa.
No deje propina cuando acaba la canción, no se estila.

Posteado por: noviajero | 21 abril, 2010

Motivo 49: La Música de la Cabalgata de Reyes

La nena se tapa los oídos con atinado criterio.

123 Motivos para No Viajar a Sevilla.
XLIX. La Música de la Cabalgata de Reyes.
El componente que convierte a la cabalgata en una atracción propia de The Rocky Horror Show es el apartado musical.
De ello se encargan las bandas de Semana Santa, que en Sevilla igual sirven para un roto que para un descosido. Desfilan junto a los Reyes Magos, masacrando a base de tambores y cornetas temas pop, veraniegos y/o infantiles. Sin igual. Sólo la tamborrada de Calanda (Teruel) supera en escasez de recursos armónicos a estas bandas cuando se salen de la mística musical.
Todo ello solamente soportable con menos de 8 años.

Posteado por: noviajero | 19 abril, 2010

Motivo 48: La Feria del Guiri

Mucho vikingo en la feria.

123 Motivos para No Viajar a Sevilla.
XLVIII. La Feria del Guiri.
“Sevilla qué cosas tienes /Qué cosas tienes Sevilla/con una Feria tan grande/y unas casetas tan chicas… ¡donde siempre caben los mismos!”
(‘Mártires del Compás’. Esos esaboríos de la parte de Cádiz. Bueno, muchísimo peor, porque el cantante es de la parte del Campo de Gibraltar)

Posteado por: noviajero | 16 abril, 2010

Motivo 47: Las Fiestas Benéficas

Fiesta benéfica a bordo de barco fluvial. Y tal.

123 Motivos para No Viajar a Sevilla.
Motivo XLVII. Las Fiestas Benéficas.
Pervive, y con gran éxito, la costumbre decimonónica de las fiestas ‘a beneficio de’ algo o alguien, fueraparte del que monta la barra.
Antes, mucho antes, había gentes o problemas sin ayuda. Y los más pudientes eran felices poniéndose una bonita corbata para alternar a caritativo beneficio del citado algo o alguien. Resulta que la primera parte de la ecuación se ha resuelto. Ya no quedan pobres-pobres desatendidos. Pero no importa, que no pare la caridad.
Como prueba irrefutable basta hojear las páginas gráficas de algunos diarios dedicadas a personajes de ágape en bares o clubes privados. Mejor aún. Coja una de las muchas revistas gratuitas dedicadas a sacar fotos de grupos de personas en fiestas benéficas. Un tropel de cenas líricas pro enfermos. Grandes galas pro menesterosos. Nuevos caballeros de San Clemente pro vectos. Premios taurinos de diverso pelaje (por parte de los invitados). Exposiciones de pintura de señoras desconocidas pero con marido potente. Fines de curso de academias privadas donde van a estudiar los hijos poco estudiosos de las señoras pintoras y los maridos potentes. Pases de modelos de traje de flamenca en un club hípico en beneficio de los pobrecitos que no tienen caballo. Cóctel en ribereño club para renovar la ayuda a la escuela náutica para la oenegé ‘Ningún Niño sin Balandro’…
Y cuidado, solidario viajero, ya sea en edición impresa o en digital, si entra en uno de esos convites puede terminar sorpresivamente retratado como el resto de los partenaires: con una copa de vidrio llena de algún ron añejo y coca cola del año, mientras actúa el artista invitado de siempre.

Posteado por: noviajero | 14 abril, 2010

Motivo 46: La Vestimenta de las Bandas de Semana Santa

Plumas rojas a gogó.

123 Motivos para No Viajar a Sevilla.
XLVI. La Vestimenta de las Bandas de Semana Santa.
Cuando los androides duermen, sueñan ovejas eléctricas. Ni en el peor viaje de ‘trippy’ de los Pink Floyd son imaginables las combinaciones de tejidos, texturas, colores, ornamentos, correajes, ribeteados, bordados, larguras de sisa, cascos/gorras, bocamangas, bolsitos faltriqueros, mochilas, charreteras y/o plumaje que se encasquetan como uniforme los chicos de los piercings y los peinados mohicanos que, cuando no desfilan detrás de un palio, deberían estar encarcelados por beber alcohol en la calle (según los bienpensantes) desde que empezó el Ayuntamiento a cerrar bares…
Esta espectacular pasarela de la moda deriva de la fricción entre dos placas tectónicas sociales y estilísticas: el cani de montaraz espíritu y el delicado, melifluo y gesticulante señor que detenta el mando estético en el Pasopalio. Por alguna razón inexplicada en la vasta literatura cofradiera, el encuentro sísmico de ambos mundos no provoca un violento vulcanismo. Sino que cohabitan.
Una nueva prueba, ahora geológica, de que la Iglesia romana es la verdadera.

Posteado por: noviajero | 11 abril, 2010

Revista RENACIMIENTO

Calle Tetuán con rascacielos...


La revista Renacimiento no verá más la luz, ni alumbrará a los amigos de la literatura de la ciudad de Sevilla.

En Renacimiento, que nació en 1989, publicaron los peruanos Mario Vargas Llosa y Alfredo Bryce Echenique, el argentino Ernesto Sábato, el chileno Jorge Edwards o el cubano Guillermo Cabrera Infante, además de españoles como Fernando Savater, Antonio Muñoz Molina o Enrique Vila-Matas.

El pesar se acrecienta cuando conocemos que estaba en reserva una reseña sobre el libro ‘123 Motivos para No Viajar a Sevilla’. Texto firmado por Rafael Silva, uno de las personas con mayor cultura musical del país -en particular en el apartado del pop en su amplísima acepción-, y lector exquisito. Además con esa virtud que tan admirable es de acordarse de párrafos de sus lecturas que después cita en las conversaciones. Algo impactante que debe haberle reportado muchos éxitos sociales.

En fin. Amablemente Silva deja que colguemos en esta web del texto non nato. Helo aquí:

SEVILLA SEGÚN MOLINA

 Me entero que se ha publicado un libro con el título 123 motivos para no viajar a Sevilla, cuyo autor se apellida Molina. Me acuerdo de Jorge Molina, amigo y periodista, quien en una ocasión me habló de su extenso conocimiento de El Palmar de Troya y el papa Clemente. Tiempo después, al saber que se presentaba un libro sobre Los Secretos de El Palmar de Troya, cuyo autor, de oficio periodista, se apellidaba Molina, fui a felicitarlo. Sabedor de su intensa ocupación profesional en aquellos momentos, dudé.

–         El libro sobre El Palmar, ¿lo has escrito tú?, le pregunté.

–         No, no, es de otro periodista que también se apellida Molina.

Era una de esas coincidencias con las que algunos conviven. Mientras hace pocas semanas iba leyendo en la narración de Enrique Vila-Matas titulada Doctor Pasavento, “un reloj de minuteros plateados, tan bellos como antiguos, que marcaban en aquel preciso instante las doce menos veinte de la mañana”, miré mi reloj y vi que eran exactamente las doce menos veinte de la mañana. Unas páginas más adelante, estando en casa durante la tarde del penúltimo viernes de enero, me sorprendió otra coincidencia. “El penúltimo viernes de enero me marché súbitamente…” empezaba Vila-Matas una página.

Tengo presentes esas coincidencias cuando esa misma tarde veo en Internet la referencia al libro, recién editado, de título 123 motivos para no viajar a Sevilla, del periodista Molina. Sabedor de su actual ocupación descarto que su autor sea el Jorge Molina que conozco. No pueden ser tantas coincidencias seguidas. Inmediatamente lo atribuyo al otro Molina. Me digo: de Utrera a Sevilla no hay tanta distancia. Pero, esta vez, no se trata del otro Molina, de nombre Manuel, sino de Jorge Molina, mi amigo. Una entrevista de Alfredo Valenzuela me saca de la equivocación.

En internet hay millones de gentes que buscan razones: razones para no creer en Dios, razones para no casarse o para no tener hijos. Pero cuando se teclea razones para no viajar uno se ve sorprendido con el resultado de la búsqueda: miles y miles de motivos para hacerlo. Así que la primera constatación, obtenida por vía electrónica, es que se trata de un libro que va a contracorriente.

La mañana de un sábado de febrero, muy temprano, entro en una librería de varias plantas en el centro. Debo ser el primer cliente del día. Busco el libro entre las guías de viaje, pero ahí no lo encuentro. Doy vueltas por los expositores. Es en la sección de temas sevillanos donde está. Sigo mirando, sin decidirme a comprar. Me dirijo hacia la salida y allí, de repente, está Jorge, quieto, diría que sorprendido y absorto, mirando los anaqueles que, a la entrada, exhiben lo último, en los que de forma destacada hay bastantes ejemplares de su libro, en ese cuadro de honor de las novedades más vendidas, donde, quizás para compensar, vigilante,  como un cuerpo de guardia de la ortodoxia, también hay un tomo gordo y lujoso con el título de Sevilla Eterna.

Metido en su lectura, creo que construye Jorge Molina una original teoría de Sevilla, por lo menos de una Sevilla: la Sevilla directa, abierta, a pié de calle, a la que también fotografía. Según la describe el autor, hay en ella algún museo, pocos monumentos y bastantes sitios: el bar –con su suelo alfombrado y no digamos de qué, su ruido y todo-, la freiduría, el taxi, el restaurante turístico –por ponerle un adjetivo y un nombre-, la calle -llena de marmolillos y poblada de (feas) estatuas-, la taberna –la verdadera y la falsa y cara-, el cine, el parque y otros más.

Pero sobre todo hay gentes. En sus páginas están las vendedoras de romeros, los jóvenes reporteros de las teles, los asiduos y las asiduas del mercadillo del Charco de la Pava, los canis de sudaderas y capuchas blancas, los tunos irredentos de por vida, los de la gomina, los aparcacoches, una variada gama de camareros, los niños que juegan en la fuente, unas sevillanas que son pura etnografía científica,…

También hay algún ejemplo de esas cosas que en esta ciudad son, pero no son, como la dársena del Guadalquivir, que no es un río, igual que la Pasarela no es un paso, ni las Puertas abren o cierran a alguna hora del día.

Hay luces en las páginas: la del verano, la del invierno, la de los atardeceres invisibles con los que se cierra el libro. Pero también hay sombras. Con 123 críticas, no deja de tener esta obra un propósito regeneracionista. Un catálogo de negaciones primero sorprende y, más tarde, una vez repuestos de la primera sonrisa (o contrariedad), los 123 motivos parecen querer iluminar  las zonas oscuras de la ciudad, que son muchas. Se detiene Molina en la oscuridad de los suelos de los cines,  esos espacios negros y huecos –dice- que se abren bajo los espectadores y donde se arroja de todo, como vertederos infinitos, según el autor. Si el calor es uterino también es oscuro. E interior. Como oscuras y no siempre interiores son esas pulsiones que hacen que en Sevilla la fiesta siga cuando hay un chaval de cuerpo presente, asesinado por un quítame esa sudadera, o que una joven muerta no pueda descansar en paz. Hay una Sevilla trágica que no es la que se representa en Semana Santa.

Cree Molina que en una ciudad llana no puede haber arriba y abajo. Tengo que pensar que se refiere a magnitudes geográficas, que no sociales, que éstas si que las hay en Sevilla. Los de arriba, a los que llamara Benito Moreno <sevillanitos>, señoritos y sabihondos –que no quieren bajar abajo, aunque estén tiesos-  y los de abajo, menesterosos y menesterosas de muchos barrios y oficios, que si no pueden subir arriba al menos tratan de emular a los anteriores.

El viaje es un regreso hacia lo esencial. Cita Vila-Matas esta máxima tibetana en su Doctor Pasavento, libro que puede leerse como la crónica de un viaje a Sevilla -a la que califica de ciudad tan bella, a pesar de alguna horrible avenida-. Errará el lector si lo busca en las estanterías dedicadas a las guías de viaje. Como, de momento, si trata de buscar ahí estos 123 motivos para no viajar.

Entra Jorge Molina en los temas sevillanos. Pero debe tener cuidado. No porque, creyendo haber cometido sacrilegio contra la sacrosanta ciudad, alguien se le vaya a encarar. Frente a lo que nos disgusta los andaluces somos más dados a responder con el desdén que con una mala contestación. ¡Es una de las cosas de educada crueldad que nos han dejado tantas culturas que han pasado y tantos siglos de civilización! Tampoco porque nadie vaya a dejar de viajar a Sevilla. Véase la máxima tibetana. Lo digo porque 123 razones bien pueden convertirse en 123 tradiciones. No sabe Molina que lo que le espera es convertirse en un clásico.

 RAFAEL SILVA

Posteado por: noviajero | 10 abril, 2010

Motivo 45: Los Ensayos de Bandas de Semana Santa

Con una trompeta morada es mucho más fácil hacer amigos que yendo de jipi.

123 Motivos para No Viajar a Sevilla.
XLV. Los Ensayos de las Bandas de Semana Santa.
Por su aspecto pueden asemejárseles a bandas pandilleras, en feliz descripción de Sting sobre sus alumnos cuando era profesor de conservatorio. Pero esos chicos de rapado mohicano, cejas depiladas de forma entrecortada, piercings en los labios y cigarrillo en la oreja conforman lo mejor de la juventud sevillana, según los pregoneros de La Escala de Lo Sevillano cuando son vísperas de la Semana Santa.
Cuando ya finalizó la Semana Santa, esos mismos portavoces los califican de botelloneros a los que la Policía no reprime nunca lo suficiente, ni sufren castigo lo bastante severo.
Se suelen organizar en grupos musicales, eligiendo para ello entre los dos instrumentos asequibles por técnica solfeística: cornetas o tambores. Los hay que, consumados maestros, dominan ambos aparatos. El resultado musical, apreciable en su apogeo durante Semana Santa, es de cristiana caridad no calificarlo. Pero hay que admitir una virtud: el empeño. Le ponen un empeño…
Porque pasan todo el año en los llamados técnicamente ‘ensayos’. Sólo añadiremos que a los vecinos a los cuales les toca cerca la práctica no paran de remitir cartas al director del periódico. Piden al alcalde que ponga fin a esta injusticia. Que todo barrio sevillano tiene derecho a disfrutar de ese Pedazo de Arte Cofrade sin que se restringa a un solo sitio: el solar de enfrente del abajo firmante.
El viajero tendría la oportunidad de contemplar este etnográfico espectáculo saliendo extramuros. Para recibir orientación sobre el lugar exacto donde toparse con estos ensayos sinfónicos, bastará con preguntar en cualquier bar de los que exhiben una foto a gran formato, o bien un azulejo, de Virgen con lágrimas y corona quizás pelín excesiva en su tamaño.
No olvide el sistema GPS (Geografía Para Sevillanos) si desea enterarse bien de dónde está el sitio.

Posteado por: noviajero | 8 abril, 2010

Motivo 44: La Noche de los Tunos

Ni Spiderman arregla esto.

123 Motivos para No Viajar a Sevilla.
XLIV. La Noche de los Tunos.
No viajar a Sevilla le ofrece la seguridad que de ninguna manera se verá inmerso en una de sus recientes tradiciones –la ciudad está plagada de recientes-tradiciones-de-toda-la-vida– más impactantes.
Una cita que habría de limitarse a mayores de 21 años. Como, por cierto, debería ocurrir con los clubes infantiles del Opus Dei. Hablamos de los cientos de puretones que salen a cantarle a la Virgen una madrugada al año vestidos con ceñidas mallas negras.
Es legítimo que usted crea que esa frase incluye todo un surtido de metáforas: virgen, madrugada, una al año, mallas negras… No, no, no. Se atiene estrictamente a la literalidad. Estamos hablando de ex universitarios cuarentones que vuelven a calzarse una vez más la vestimenta de tuno. Como su capacidad seductora sigue a cero (a lo físico se une ahora lo psíquico por conyugal falta de redaños), enmascaran por la vía mariana su crepuscular arrebato hormonal. Como dice el famoso refrán de los tunos: “Me han quitado la fuerza y me han dejado las ganas”.
Procure no tropezarse, intrépida viajera, con uno de estos grupos. Puede protagonizar una enojosa situación: quizás la rodeen, le canten algo poniendo ojitos y boquitas, y un tipo con una mini pandereta bufe dando una especie de inexplicables saltitos sin conseguir –como parece intentar– golpearla con talón, rodilla o codo. Todo ello con un frenesí de cintas de colores que les cuelgan, como cierto órgano, de adorno.
Mientras esto ocurre, la Virgen mira al cielo en actitud implorante desde su estatua en la plaza de la Inmaculada.

Posteado por: noviajero | 6 abril, 2010

Crítico Estado da en la diana

Un redactor de Estadocrítico en plena faena.

El blog de literatura Críticoestado ha realizado un análisis de la primera Guía del No Viajero, ‘123 Motivos para No Viajar a Sevilla’.
Rafael Roblas redacta un texto brillante, irónico, culto y a la par divertido. Debe ser un hombre con gran predicamento entre las señoras, no nos cabe duda.
Este es su texto:
«Cuentan las crónicas que aquel cristiano converso ejercía su oficio desde tiempo inmemorial. Así, cada mañana, apostado con su mesita, su pluma y su tintero anotaba convenientemente los entierros que salían extramuros y cobraba los impuestos pertinentes. Cierto día, el azar hizo de las suyas y una investigación del Consejo descubrió la inexistencia de su cargo oficial, heredado de padres a hijos a través de varias generaciones. Nadie le explicó su situación administrativa, aunque sí le señalaron convenientemente el camino que conducía a la Cárcel Real. Tres meses permaneció donde “toda incomodidad tiene su asiento” y, como no podía ser de otro modo, a su salida, pronto se tomó cumplida venganza: durante más de una semana, un gran lienzo colgado de la muralla anunció al viajero cuál era su destino. “Caminante, llegas a la ciudad de la desorganización y del mal gobierno” rezaba el cartel. Nacía así un subgénero tan cultivado como poco reconocido por la ortodoxia de la vieja Híspalis: la crítica a ese ente intocable e imaginario, mitad celestial mitad arcádico, vergel florido del tópico y “jardín cerrado para pocos”, que responde al nombre de Sevilla.
Casi setecientos años después, esta senda es recorrida nuevamente por Jorge Molina y su originalísimo proyecto “Guías del no viajero”. Amén del valor -que, como al buen militar se le presupone-, el temerario periodista se pertrecha de unas alforjas donde no se escatiman dosis casi letales de sarcasmo, ironía y mala leche, ingredientes indispensables para encarar esta peligrosísima misión y no morir en el intento. Porque suicida ha de ser aquel que se enfrenta, lanza en ristre, a axiomas tan arraigados y definitivos en el complejo inconsciente colectivo del sevillano como los siguientes:
“A los sevillanos se nos acusa de ombliguismo,… pero es que Sevilla tiene un ombligo que es digno de ver”. (Antonio Burgos).
“Lo malo no es que los sevillanos piensen que tienen la ciudad más bonita del mundo… lo peor es que puede que tengan hasta razón”. (Antonio Gala).
“Sevilla está donde tiene que estar. Las que están lejos son las demás ciudades”. (Rafael el Gallo).
Atisbado el panorama e informado el lector de la reseña sobre el paño que se gasta en la capital de la Bética, habremos de abundar en que Jorge Molina es ¡encima! casi paisano, ya que, a pesar de que su madre rompió aguas en Cumbres Mayores (Huelva), reside desde hace bastante tiempo en Sevilla. Aunque, olvidando el incorregible masoquismo crónico que debe padecer el autor, deberíamos ya centrarnos en las siguientes incógnitas: ¿qué pretenden realmente estos 123 motivos para no viajar a Sevilla?, ¿a qué tipo de público se dirige este tipo de antiguía?, ¿cuál es su resultado definitivo?… Y, para concluir, la pregunta del millón, ¿continúa Molina residiendo en la “maravillosa urbe” andaluza tras la publicación de su libro?
A las primeras cuestiones responde el autor taxativamente en su atinada introducción: “Usted anhelaba sin saberlo una guía de qué no hacer, dónde no ir, y con quién no tratar en el lugar de destino”. Es esta, pues ,una guía “para quienes sólo desean pasar de puntillas por el destino y regresar pronto al origen”. Son los efectos visibles de este endiablado ritmo de vida que convierte el placer viajero en una nueva causa de estrés y tensión con la “parienta y demás adláteres”. Y por algún sitio había que empezar. Desestimadas las mediáticas Cuenca, Cáceres y Teruel, Sevilla prometía. Al fin y al cabo “sólo las ciudades con nivel como Sevilla llegan a tener libros de esta clase. Las guías sectoriales atraen nuevos turistas y Sevilla tiene pocas. Alguien debería escribir una guía-callejero de apariciones y crímenes. Y otra de flamenco y copla”, ha manifestado Molina a Alfredo Valenzuela, en confidencia autoexculpatoria.
Así, el temerario guía afronta, como un Virgilio apócrifo, el socorrido papel de ángel de la guarda del visitante que no sabe a lo que se arriesga… ¡y lo publica! En el recorrido, el forastero descubrirá de su mano los arcanos más ocultos de la ciudad. ¿Por qué es preferible entrar en los bares que más cáscaras de gambas acumulan en el suelo?, ¿qué peligro nos acecha si se hace una inocente pregunta a un solitario capillita que monta un paso?, ¿dónde se puede localizar, expuesta casi como reliquia, la mesa de trabajo del general golpista Queipo de LLano?, ¿qué misterioso ingrediente de la sangría eleva su factura a los quince euros?, ¿cuál es la sutil diferencia que separa una “incienso-taberna” de un “incienso-pub”? o, finalmente, ¿qué enigmático motivo explica que la única cerveza disponible en toda la ciudad sea la “holandesa” Cruzcampo…? Por estos terrenos discurren los 123 recodos –podrían haber sido muchos más- que estructuran la guía. Bueno, los 123 recodos y la coda con “los diez errores más comunes cometidos por los intrépidos visitantes que arriban a la orilla del Guadalquivir”. Para que cada uno sepa a lo que se arriesga.
Por otra parte, y llegados a este punto, sería imperdonable no señalar que, pese al sarcasmo y la crítica ácida que se perciben en bastantes pasajes de la guía, el cariño y el amor a la ciudad constituyen el eje fundamental del volumen. “Se canta lo que se pierde”, cantó otro sevillano escéptico. Parafraseándolo, podríamos afirmar que se critica lo que se ama… ¿con la esperanza del cambio? Puede ser. Sin embargo, seguro que no faltarán mentes obtusas y pacatas que sostengan que Jorge Molina debe ser quemado públicamente en una actualizada pira inquisitorial. O, peor, palmeros borreguiles que aplaudan la guía sin descender al nivel de su “guasa” mientras crucifican, por detrás, a su autor. No serán grupo menor. A pesar de todo, vaticinamos que la sangre no llegará al río. No en vano, la hipocresía es otra de las cualidades que maneja con mano siniestra esta difícil ciudad.
Inteligente, sarcástica, irónica, ocurrente, ágil, profunda. Todos estos adjetivos –y algunos más que nos ahorramos para que el autor no levite en demasía- se nos ocurren para calificar este primer volumen de las “Guías del no viajero”. Esperemos que el empeño de Jorge Molina no se estanque y pronto vuelva a sorprendernos con una nueva entrega. Sin embargo, dudamos que supere el nivel alcanzado en estos 123 motivos para no viajar a Sevilla, ya que, por mucho que se esmere, no encontrará otro “marco incomparable” que encierre dentro de sí “un mundo tan entero, radical y perfecto que el que encierra en sí misma esta bendita tierra de María Santísima”. He dicho.

Pd- Tras terminar esta reseña, nos han informado que Jorge Molina aún vive –y colea- dentro de los muros de Sevilla. Laus Deo».

Posteado por: noviajero | 5 abril, 2010

El gran DFW

Utensilio ubicado en algunas playas para atraer a los turistas de la gama 'hormonalmente muy activos'.

La línea de pensamiento contra el seboso viaje de ocio occidental tiene tres grandes pilares. Uno ya se ha recogido en las páginas de esta web, las Guías para El Viajero Atontado, y que marcan un hito difícil de superar en el mundo angloparlante.
A la par en el mundo castellanoparlante contamos por fortuna con esta misma web, es decir, el proyecto Guías del No Viajero, que acredita la exitosa publicación inicial titulada ‘123 Motivos para No Viajar a Sevilla’, y ya tiene en marcha ‘123 Motivos para No Viajar a Barcelona’.
Y nos quedaba por presentar al tercer mástil. Se trata de David Foster Wallace. Su libro ‘Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer’ provocó un impacto similar a los dos arriba citados. El gran DFW (saludos de nuevo David, espero que vuelvas pronto a Sevilla, pero esta vez pago yo) ha editado un divertido vídeo. Bueno, creo que es divertido, porque de inglés estoy fatal, lo mío es el italiano o el portugués, ambos en su dialectismo playero.
Echenle un ojo, les gustará.
Digo yo.

Posteado por: noviajero | 5 abril, 2010

REVISTA SUITE Sevilla

¿Estais seguras de que no está operado?

Jorge Molina bajo el foco.

La revista Suite Sevilla está al mando de Juancho González Díaz y de Quico Pérez Ventana. Ha estrenado nueva etapa con un número en el que la primavera es el hilo conductor. Debe saber que la primavera en Sevilla es un concepto que permite hablar de cualquier cosa, ya sea hedonista -como ropa, comida, viajes o sexo seguro- ya metafísica, como religión, política o fútbol. De ahí que las revistas sevillanas en primavera conformen un género exquisito en la presentación y etéreo en su contenido.
Bien, pues haciendo gala de todo ello, Suite Sevilla incluye un reportaje en el que algunos desmontamos la primavera de sevillanas maneras. Se encuentra en el mismo saco tanto el autor de ‘123 Motivos para No Viajar a Sevilla’ como José Manuel Peña, el diseñador de la excelente y rupturista portada de Feria 2010. Este señor es de pueblo, como el escritor. Ay, si no fuera por la sangre fresca, qué sería de los vampiros.
Os dejamos un enlace al citado reportaje de Suite Sevilla. Y se reproduce una de las fotos del gran Paco Alorda, que tiene el estudio en la calle Maravillas, nombre que daría lugar a varios juegos de palabras en prosa poética que tanto molan en Sevilla, pero que los que somos de pueblo no dominamos. En fin, no se puede ser bueno en todo…

Posteado por: noviajero | 4 abril, 2010

Motivo 43: Los Atardeceres Invisibles

Lavacoches con fondo de atardecer.

123 Motivos para No Viajar a Sevilla.
XLIII. Los Atardeceres Invisibles.
Sevilla disfruta de unos atardeceres que muy pocas veces no son un espectáculo, en difuminados colores pastel, con jirones de azul y nubes rosa y violeta. Alguna gaviota remonta el río para picotear la puesta de sol. Pero no hay forma de verlos (bien, sí, los ven los magiares que acampan junto al río de verdad) por más que se empine. Es tan llana la urbe que no hay calle donde disfrutar de la cosa crepuscular.
Siempre está la opción de una azotea. Pero si dice por el telefonillo que quiere subir a la azotea para ver una puesta de sol nadie le creerá.

Posteado por: noviajero | 29 marzo, 2010

Motivo 42: El Mobiliario Urbano

Unos cartelitos indicadores. Sin guasa.

123 Motivos para No viajar a Sevilla.
XLII. El Mobiliario Urbano.
Mientras pasea ni se le ocurra levantar despreocupado la cabeza para admirar la riqueza arquitectónica de Sevilla. Ni tampoco intente descifrar el surtido de carteles informativos de variopinto diseño, color y tamaño.
En ambas situaciones perderá la concentración y es seguro que acaba con la rótula destrozada. Las aceras de la ciudad están sembradas de cilindros de hierro pesado.
Les llaman marmolillos por motivo desconocido. Sí hemos averiguado que había un director de periódico que era un poco ídem y tituló de tal guisa sus columnas. Que eran anónimas por pura supervivencia social del interfecto.
Pero lo más sorprendente de todo es el motivo por el cual llenan de los tales marmolillos la ciudad. No lo va a creer el viajero. Es para que coches y furgonetas no aparquen en la acera. Como lo lee. Aparcar en la acera es parte acendrada de las costumbres viarias, hasta el punto de que se han plantado miles de toneladas de acero de fundición por la ciudad, al acecho de las turísticas rodillas.
Pero el mobiliario urbano depara más momentos estelares para el viajero.
Todos los alcaldes habidos durante tres décadas han tenido un afán superlativo por dejar su impronta en la calle. Lo malo es que hubo diversos alcaldes. Lo peor es que algunos concejales insubordinados se dedicaron a lo mismo de forma simultánea y a su aire.
No crea el viajero que si un cartel es carmesí, azul o amarillo está invocando a alguna cualidad informativa concreta. Es que se produjo un cambio en el Gobierno local.

Posteado por: noviajero | 28 marzo, 2010

Motivo 41: Las Momias Vivas

Simpática procesión católica una mañana de domingo.

123 Motivos para No Viajar a Sevilla.
XLI. Las Momias Vivas.
Son muchísimo más abundantes. Y visibles durante todo el año. Hay periódicos y revistas gratuitas que plasman con impagables páginas gráficas los cócteles y soirées en las que se reúnen. Casi siempre para algún fin benéfico, exposición de óleos, presentación de torneo de golf, fomento de una promoción inmobiliaria, reencuentro de alguna promoción de Derecho o jubilación de algún cura del colegio.
Estas momias vivas van ricamente ataviadas con ajuares prefunerarios (claro). Su densidad es más elevada en la orilla derecha del río Guadalquivir, sector arqueológico ‘clubes privados’. Se mezclan con el pueblo en festividades comunales como la Feria, y entonces se las ve con su catavino al cuello. En el Rocío, distinguibles por la carriola anexa donde viaja el servicio. O en la Semana Santa, cuando usted distinguirá los gemelos de las camisas asomando por la baranda del privilegiado balcón.

Posteado por: noviajero | 26 marzo, 2010

Motivo 40: Las Momias Muertas

Uno de los últimos santos católicos. Qué políglota.

123 Motivos para No Viajar a Sevilla.
XL. Las Momias Muertas.
Se da en Sevilla una peculiar atracción por los cadáveres no sepultados.
Los habitantes de la ciudad le tienen pánico a la muerte y, sin embargo, cuando año tras año sacan para exposición pública (¿dónde diantres las guardarán el resto del tiempo?) a las dos más famosas momias locales, acude mucha gente a ver la temporal exhumación.
Se trata de dos santidades católicas. La monja María Coronel y el rey Fernando III. En ambos casos se afirma que sus cadáveres están incorruptos. Es cuestión de opiniones.
Háganse la suya propia si se animan a ir a la ciudad y para semejante cosa además. La monja se visita el día 2 de diciembre y el santo rey, el 30 de mayo.

Posteado por: noviajero | 25 marzo, 2010

Debate en la red

Espectaculares las amigas de la novia.

En la web Burbuja ha surgido un debate entre amigos a partir del primer tomo de las Guías del No Viajero, el llamado ‘123 Motivos para No Viajar a Sevilla’. Lo tienen en este enlace
Y para empezar la charla, Burbuja escribe esta explicación del libro:
«El libro es una parodia de las guías de viajeros al uso, siguiendo las hilarantes guías ficticias australianas de Santo Cilauro acerca de los países ficticios Molvanîa, San Sombrèro y Phaic Tan.
La guía está concebida como un libro de humor para que el visitante no se pierda y el sevillano se ría con sus propias contradicciones, manías y particularidades. Falta hacía un libro así en los que se pusiera de manifiesto algo de sentido del humor, que empieza por saber reírse de uno mismo. No vayamos a acabar como una Barcelona de la vida, tomándonos a nosotros mismos demasiado en serio».

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